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lunes, 9 de junio de 2008

Simbiosis verbal en región poesía

Notaba cierto sabor a derrota calcinada en aquellos versos. Pero, aun entumecida, mantenia limpia toda la claridad que de mi podia dar. Mi caida podia significar que todo el poema no fuera mas que el intento estetico de un empeño encendido. Minutos antes el poeta, este que me eligio a mi, me habia colocado ahí, entre el hemistiquio que terminaba con la ambigua palabra iridiscente y el que comenzaba con el verbo polinizar, (que ni pretendia ser embarazoso ni lo dejaba de conseguir). Acto seguido el verso que contenía al verbo polinizar desapareció. No se si tal aborto fue premeditado, se que me encontre sola. Lentamente asimilé mi posicion en el poema. Era toda una unidad metrica, un verso. Yo, verso, que se me destinaba a tintinear entre las mejores sensibilidades, soportaba la criba de la revisión. Pocos hemistiquios habia con mi capacidad consciente de ser una unidad. El resto eran casi palabras sueltas que por un motivo u otro no eran mas que breves retazos de la creatividad del poeta. Estaban el adjetivo sudoroso, al que nadie se queria acercar demasiado, el sustantivo paramo, allá indiferente con su silenciosa y evocadora extension emocional, y un tinte abstracto o surrealista , (o asi creí), en un extraño verbo, gallinizar, que no parecia imprimir belleza alguna al poema. Y asi lo pense prescindible

Conversando con las otras palabras del poema, llegue a ciertas coincidencias. Por ejemplo, la palabra fulgor se sentia muy orgullosa de ser de las mas recurridas por el incipiente poeta, aunque note que tambien estaba en seria competencia con otra palabra no menos brillante, y que era nada mas y nada menos que la palabra esplendor. Coincidí con estos adjetivos en que si bien siempre antes habian estado habitando unos poemas luminosos, según sus propios testimonios y algunos encuentros con ellos atrás en el tiempo, en esta ocasión mas que luz, aquel poema era sombras de una vida apagada. Anhelos en temblorosas caidas.

De pronto un rumor venia de la zona alta del poema, es decir del principio.

Parecia como el agua agolpada que irrumpe en cauce seco. Y poco a poco todas las palabras que formaban aquel poema fueron comprendiendo. Del rumor pudimos deducir que aquel poema comenzaba con un articulo que estaba solo y que intentaba charlar con el pronombre que a su lado estaba. Todos, desde el principio del poema hasta donde estaban los últimos versos intentaban atar cabos y hacer conexiones. Buscaban interpretaciones al poema, pero al estar todas las palabras intercambiando opiniones e informacion toda fructificacion fue difusa, erronea. Era un poema sin musica, casi fragmentado…fatuo si se quiere pensar, como su mismo autor, gris de nubarrones vacios y pretenciosos en su idea misma.

Atolondradas todas las interpretaciones, al fin fuimos tomando cierta imagen del poema, “todos tenemos derecho a conocer el sitio que habitamos” argumentaba el errático adverbio quizás, cayendo acto seguido en profunda duda. El rumor no fue inutil. Todos apartamos nuestra atención de tan perpleja palabra. El poema era la proyeccion de una penumbra. “El mio no es un sol encendido.” Decia el comienzo del poema.

Se oia a lo lejos gritar al pronombre mio de forma posesiva. Entre los murmullos y la excitación oia una pregunta que todos me dirigian. Es decir, sabia que se dirigían a mi pero no conseguia distinguir bien la cuestion que se me planteaba de forma tan acalorada. Un sustativo, la palabra cuchillo, hizo algun ruido, metálico eso sí, y le crei distinguir al mismo tiempo un gesto de verdadera desesperacion. Todo parecia conocerse ya. Todos tenian conciencia del significado cierto del poema. A mi retraso a darle un sentido cierto al poema debo decir que el pragmatismo nunca fue virtud que me ayudara demasiado. Siempre anduve entre una orilla y otra... Solo faltaba saber que era lo que pintaba yo en aquella poesia, porque debo decir que me encontraba al final de aquél viaje. Sí, allá donde saboreas y perdura. Todos callaron de repente porque un disparo hizo trueno en la habitacion. Carraspee perpleja, en la medida en que me fue posible desde mi perspectiva final del poema, y pronuncie mi nombre.

…hazme ahogar.

1 comentario:

Pedro Estudillo dijo...

Vengo de El interior desconocido y debo decir que formáis un duo perfecto, imagen y palabra, palabra e imagen, nunca se conjuntaron mejor.
Seguiré por aquí cerca, merece la pena.
Un saludo.