GOOGLE


lunes, 9 de junio de 2008

Paraíso Salinger

Tantos anhelos hace ya que apenas si recuerdo. Pero sí se que desde siempre he esperado alcanzar un tipo de sabiduría al final de mi vida. Un conocimiento que me diera cierta plenitud.

No le concedo ya demasiada importancia a que de vez en cuando, un vaso de agua, se me escape de entre mis dedos. De lo que sí estoy pendiente es de mantener ciertas facultades in-tac-tas. Hasta esto me hace reir a estas alturas. Pero oooppss...esto me recuerda algo. Debo ser disciplinado y continuar este ejercicio de búsqueda, que tantos años me lleva ya, antes de que se me agote el tiempo y me deteriore prematuramente y muera y me arrepienta de haberle dejado tantas y tantas cartas a Esmé.

Una voz, anciana y femenina cruzaba el salón llamando a la comida.

-¡Jerry!. ¡La verdura!.-

A veces me molesta especialmente el conservar ciertas facultades in-tac-tas.

2/07/03

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: ::::::::::::::::::::::::::::


El viejo escritor escondido esperaba. Sobre sus huesudas piernas una manta a cuadros y sobre esta, cualquier obra de Kafka. Los arboles oscilaban con el viento haciendo este que sus sombras se encontraran en el suelo. Hecho este que no pasó desapercibido. Mientras, en la ciudad, un extraño que caminaba se detenía de repente frente al escaparate de una ortopedia. Al examinar con cierto detenimiento y sin epifanía alguna los artilugios allí expuestos, vio mediante el reflejo que le proporcionaba el cristal a un paseante descalzo y en bañador, un nadador. Extrañado se volvió buscando el origen de tal reflejo, pero se encontró con una calle semi vacía y con la misma actividad de normalidad por la que había transitado segundos antes. Tomo una calle en curva que se abría a casas con cuidados jardines a ambos lados de la calle. El paseo bajo la multitud de arboles que formaban hilera por la calle le dio aires de plenitud. En uno de esos jardines vio como un hombre bien parecido sostenía una copa (quizá de ginebra con piña) mientras con la otra asía una maquina para cortar el césped. Acto seguido, y tras eructar ostensiblemente, se servia otra copa mas.

Algo mas tarde tuvo el encuentro entre el viejo y el extraño. El viejo escritor no estaba aun preparado, pero ya lo tenia delante. –ninguna ficción me ha parecido tan cruel como las tuyas Jerry. Y he visto muchas. –¿vienes a cambiar las cosas?.- pregunto el viejo. – Nada como creerse Dios.- murmuro el extraño. Y continuó. - Invéntame de nuevo, pero no en el infierno, por favor!. Sonó un disparo. A los periodistas en masa que acudieron, el extraño pudo decir: - soy Seymour. Su hijo mas querido …pero yo no quería terminar así.

No hay comentarios: